El feminicidio se define como el homicidio de una mujer por razones de género. Se trata, como ya se dijo, de la violencia más extrema, pues el asesinato de mujeres ocurre sólo por el hecho de ser mujer.
Imagínese, usted lector, que a uno lo asesinen por tener el pelo pintado de rojo, o bien porque tiene la piel clara, o porque hable con acento norteño. Es, definitivamente una aberración. Pero, aunque usted no lo crea, esto sucede con pasmosa frecuencia. Claramente, no porque tenga el pelo pintado de rojo o la piel clara; o quién sabe. Pero sí si tiene la piel oscura y es migrante, o bien si profesa una religión distinta a la dominante, si habla una lengua indígena, entre otras muchas condiciones de la persona. Esto, insistimos, persiste no sólo en nuestro país, sino también en muchos países del orbe.
Como se puede ver, se trata de violencias que se ejercen debido a la presencia de una condición concreta de las personas. En el caso de feminicidio, esta condición es la de ser mujer, y por ello se les asesina, aún y cuando no decidimos nacer mujer, como no decide una persona tener una piel clara u oscura, hablar otro idioma, tener otras costumbres diferentes.
Lo alarmante de ello es que el feminicidio es un problema global. En México se encuentra tipificado como un delito, en el cual se especifican algunos elementos para la acreditación del mismo, como por ejemplo que haya evidencias de violencia previa a la muerte. Pero hay más: en sociedades donde la violencia contra las mujeres se encuentra normalizada e invisibilizada por la sociedad misma y sus instituciones, se produce el clima perfecto para que los feminicidios ocurran.
Cabe mencionar, no obstante, que las cifras de asesinatos de mujeres no siempre se acreditan como feminicidios. En general esto debido a las carencias y vicios dentro de las instituciones encargadas de procuración e impartición de justicia, o por el hecho de que incluso existen países que no cuentan con el concepto de feminicidio, lo que impide a su vez el surgimiento de la figura legal de delito por feminicidio.
En cuanto a los estadísticos, la ONU habla de que en 2017, al menos 87 000 mujeres fueron asesinadas, lo que indica un promedio de 137 mujeres asesinadas diariamente; de estas 87 000 mujeres por lo menos 50 000, es decir, el 58% fueron asesinadas por sus parejas o miembros familiares. En este sentido es importante señalar nuevamente que los feminicidas o los agresores no son necesariamente hombres sospechosos, asesinos seriales, que eligen por azares del destino a sus víctimas. No. En la mayoría de los feminicidios, los feminicidas son personas cercanas a la víctima, con la cual existía una relación de confianza.
En la Ciudad de México, según cifras oficiales del Gobierno de esta ciudad, se reportó que de enero de 2012 a septiembre de 2017, se registraron 292 casos de feminicidios y 421 casos de homicidios dolosos contra mujeres.
Es importante especificar que cuando ocurre un feminicidio, no sólo la vida y el proyecto de vida de una mujer se ve cancelado, sino también el proyecto de vida de una familia entera, y en muchos casos de una comunidad o agrupación. En la mayoría de los casos, incluso, tal y como lamentablemente sucede en nuestro país, las familias emprenden una lucha por la búsqueda de justicia para sus hijas, madres, esposas, hermanas.
Es importante que reconozcamos y nombremos la violencia femenicida como es. eso nos ayudará a visibilizarla, a tomar consciencia de su existencia.
Es necesario, imprescindible, que no dejemos pasar ni interioricemos la normalización de la violencia contra las mujeres. Es importante, imprescindible, insistimos, que no seamos ajenos y ajenas a esta situación que si bien puede comenzar con un acoso callejero, al no haber un freno, al no haber consecuencias, si sigue habiendo normalización, si sigue existiendo un clima de permisividad y al no haber condiciones institucionales para garantizar a las mujeres una vida libre de violencia, puede terminar en un acto cruel y fatal como es el feminicidio.
✍ Psicoterapeuta Claudia Garibay
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