Primer Paso: Requiere admitir que nuestras vidas se han vuelto ingobernables.
El alcohol nos despoja de toda confianza en nosotros mismos y toda voluntad para resistirnos a sus exigencias. Sólo por medio de la derrota total podemos dar nuestros primeros pasos hacia la liberación y fortaleza. Admitir la derrota total, es la raíz principal de la que ha brotado y florecido la comunidad AA.
Segundo Paso: La verdadera humildad y amplitud de mente pueden llevarnos a la fe, y cada reunión de AA es un seguro testimonio de que Dios nos devolverá el sano juicio si nos relacionamos de la forma debida con Él. A veces el programa AA les resulta más difícil a aquellos que han perdido o han rechazado la fe, que a aquellos que nunca la han tenido. Creer significa confiar, no desafiar.
Tercer Paso: Requiere de nosotros acción positiva; una decisión de poner nuestras voluntades y nuestras vidas al cuidado de Dios, como nosotros lo concebimos. Cuanto más dispuestos estamos a depender de un Poder Superior, más independientes somos en realidad.
Cuarto Paso: Es nuestro enérgico y esmerado esfuerzo para descubrir cuáles han sido, y siguen siendo, para nosotros, las debilidades físicas y mentales. Este paso es una práctica que durará toda la vida. Al hacer nuestro inventario, la palabra clave es la minuciosidad; poner en escrito nuestras preguntas y respuestas. Esto nos ayudará a pensar con claridad y a evaluar nuestra conducta con sinceridad.
Quinto Paso: Admitir ante Dios, ante nosotros y ante otro ser humano la naturaleza de nuestros defectos. Con este paso, nos liberamos de esa terrible sensación de aislamiento que hemos tenido, torturados por la soledad. Hablar con franqueza de nuestros conflictos nos da la sensación de pertenecer. Es el principio de una auténtica relación con Dios y con nuestros prójimos. Otro beneficio es la humildad, que equivale a un reconocimiento claro de lo que somos y quiénes somos realmente, seguido de un esfuerzo sincero de lo que queremos llegar a ser. Esta sensación de unidad con Dios y con el hombre, este salir del aislamiento al compartir abierta y sinceramente la terrible carga de nuestro sentimiento de culpabilidad nos lleva a un punto de reposo donde podemos prepararnos para dar los siguientes pasos hacia una sobriedad completa y llena de significado.
Sexto Paso: Estamos enteramente dispuestos a dejar que Dios nos liberase de nuestros defectos… esta es la mejor actitud posible que se puede tomar para dar un comienzo en este trabajo de toda la vida.
Séptimo Paso: El tratar de adquirir cada vez más humildad es fundamental. Para un alcohólico la humilde admisión de impotencia ante el alcohol es su primer paso hacia la liberación de su dominio paralizador. Se abren los ojos a los inmensos valores que provienen directamente del doloroso desinflamiento del ego. En este paso, guiados por la humildad, logramos salir de nosotros mismos hacia los demás y hacia Dios.
Octavo Paso: Echamos una mirada a nuestro pasado e intentamos descubrir en dónde hicimos algún mal; hacemos un esfuerzo por reparar el daño que hemos causado y nos ponemos a considerar cómo trabar las mejores relaciones posibles con los seres humanos que conozcamos. A medida que repasamos nuestras vidas año tras año, inevitablemente saldrá una lista de personas afectadas. Debemos admitir los agravios que hemos hecho, y, al mismo tiempo, perdonar los agravios reales o imaginarios que se nos han hecho.
Noveno Paso: Las cualidades requeridas para este paso son: buen juicio, capacidad para escoger el momento oportuno, valor y prudencia. Admitir sin reservas los daños que hemos hecho y pedir disculpas. Debemos tener la disposición de aceptar todas las consecuencias de nuestras acciones pasadas y asumir la responsabilidad por el bienestar de los demás.
Décimo Paso: Hacer un examen constante de nuestros puntos fuertes y débiles y tener un sincero deseo de crecer y aprender; admitir y corregir nuestros errores ahora. Aprender día a día a identificar, reconocer y corregir nuestros defectos, constituye la esencia dela formación de carácter y del buen vivir: un arrepentimiento sincero por los daños causados, una gratitud genuina por las bendiciones recibidas y una buena disposición para intentar hacer las cosas mejor.
Undécimo Paso: La oración y la meditación son nuestros medios principales de contacto consciente con Dios. La meditación nos ayuda a concebir nuestro objetivo espiritual antes de que empecemos a avanzar para conseguirlo. La meditación es una aventura individual cuyo objetivo es mejorar nuestro contacto consciente con Dios.
Orar es levantar el corazón y la mente hacia Dios; es una petición a Dios: que nos deje conocer su voluntad para con nosotros y nos de la fortaleza para cumplirla: “Hágase tu voluntad, no la mía”. Una de las recompensas más grandes de la meditación y de la oración es la sensación de pertenecer; ya no vivimos en un mundo hostil, sabemos que Dios nos cuida amorosamente y que con Él todo irá bien.
Duodécimo Paso: La alegría de vivir y su palabra clave es la acción. Libremente hemos recibido, libremente debemos dar… La comprensión es la clave de las actitudes y de los principios correctos, y las acciones correctas son la clave del buen vivir:
“Dios, concédenos la serenidad para aceptar las cosas que no podemos cambiar, el valor para cambiar aquellas que podemos, y la sabiduría para reconocer la diferencia”.
✍ Psicoterapeuta Claudia Garibay
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